miércoles, 27 de febrero de 2008

Los cinco misterios de la casa encantada

Todo comenzó una noche fría de invierno, en un pueblecito perdido entre unas montañas, de calles estrechas y empedradas, llenas de escondites que sus pequeños pobladores empleaban para sus juegos. Todas las casas formaban líneas rectas, o casi rectas que terminaban en su plaza mayor donde estaba la casa del alcalde y allí era donde se celebraban las fiestas. Rodeando la plaza estaban las casas de las personas ricas del pueblo, y sus fachadas eran de piedra bien trabajada. En los límites del pueblo empezaba el campo con sus caminitos y senderos que conectaban el pueblo con la civilización, aunque esta quedaba a muchas horas a caballo. A una hora a caballo, hacia el este, se divisaba una vieja casa, medio en ruinas, donde las zarzas y otras plantas trepadoras se aferraban a su fachada dándole un aspecto fantasmal. La casa tenía un pequeño cementerio privado, a unos cien metros hacia el norte.

Los lugareños contaban extrañas historias acerca de la mansión del cerro, así llamada por estar elevada con respecto al pueblo. Nadie quería ir por allí, porque decían que ocurrían cosas extrañas. Esta casa era conocida como la casa de las cinco maldiciones: Tesoros malditos, se decía que sus dueños habían sido terratenientes y personas de muchas propiedades que fueron perdiendo por los malos hábitos y negocios poco fructíferos pero antes de arruinarse se decía que la casa contaba con estancias ocultas donde guardaba parte de la riqueza que aún les quedaba; El duende de la aurora, era que en días muy concretos la casa parecía estar brillando con un tono verdoso y fluctuante; la comida embrujada, en tiempos de esplendor se hacían fiestas hasta que se produjo una muerte y desde aquel siniestro suceso todo lo que se preparaba parecía que cobrase vida; Apariciones fantasmales, como toda buena casa posee sus propios moradores intramuros, guardianes de la mansión; aullidos nocturnos, gritos y quejidos que no se podía explicar bien su procedencia.

Todas estas historias no eran más que cuentos de los habitantes del lugar, historias llenas de ignorancia y envidias que el tiempo se encargó de engordarlas creando las leyendas entorno a la casa, o no.
Adrián Freire

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